Servicios Sociales

Soledad en verano: un reto urgente para el bienestar de las personas mayores en Canarias

Soledad en verano: un reto urgente para el bienestar de las personas mayores en Canarias

Soledad en verano: un reto urgente para el bienestar de las personas mayores en Canarias

17 jul 2025

17 jul 2025

17 jul 2025

person's hand in shallow focus
person's hand in shallow focus
person's hand in shallow focus

Durante el año, muchos mayores en Canarias encuentran en su centro de día, en los talleres de memoria o en el grupo de caminatas un espacio de encuentro, de rutina y de vida. Pero cuando llega el verano, especialmente en julio y agosto, gran parte de esa red desaparece.

El silencio sustituye a las conversaciones, y la soledad se convierte en una amenaza real para su salud física y emocional.

El verano no puede ser sinónimo de aislamiento

Los centros de mayores, las asociaciones vecinales y los programas municipales funcionan durante el curso como auténticos salvavidas sociales. Ofrecen mucho más que actividades: ofrecen estructura, vínculos, motivación y participación.

Pero cuando estos servicios cierran o reducen su actividad en verano, muchas personas mayores pierden su única fuente de interacción y estimulación diaria.

Y esto no es anecdótico. Según informes del IMSERSO y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, el aislamiento social está directamente relacionado con el deterioro cognitivo, el aumento de la ansiedad, la depresión y un mayor riesgo de enfermedades crónicas.

Canarias: un territorio con tradición de mayores activos

La historia reciente de nuestras islas está llena de ejemplos de mayores que han sido motor de la vida comunitaria: en las romerías, en las juntas vecinales, en las asociaciones de barrio o en los centros culturales. Personas sabias, activas y comprometidas que no solo necesitan cuidados, sino también participación y presencia.

En este contexto, apostar por programas estivales para mayores no es un lujo, es una necesidad. Se trata de mantener vivos los espacios de encuentro, promover actividades adaptadas y, sobre todo, garantizar que nadie se quede solo durante el verano.

El compromiso de OCIDE con un envejecimiento activo durante todo el año

En OCIDE, diseñamos y ejecutamos programas específicos para personas mayores durante el verano, manteniendo viva la red de apoyo comunitario. Desde talleres adaptados a bibliotecas itinerantes, pasando por actividades físicas, visitas guiadas o encuentros intergeneracionales, buscamos que el verano sea una oportunidad para seguir conectados.

Trabajamos con ayuntamientos y entidades públicas para que estos servicios no se detengan cuando más se necesitan.

La soledad se puede prevenir

El verano no debería suponer un retroceso en el bienestar de nuestras personas mayores. Al contrario: debe ser una etapa más en su ciclo vital activo, con recursos públicos que garanticen la continuidad, la dignidad y la alegría de vivir en comunidad.

Prevenir la soledad es una tarea colectiva. Y empieza por no dejar a nadie atrás, tampoco en vacaciones.

Durante el año, muchos mayores en Canarias encuentran en su centro de día, en los talleres de memoria o en el grupo de caminatas un espacio de encuentro, de rutina y de vida. Pero cuando llega el verano, especialmente en julio y agosto, gran parte de esa red desaparece.

El silencio sustituye a las conversaciones, y la soledad se convierte en una amenaza real para su salud física y emocional.

El verano no puede ser sinónimo de aislamiento

Los centros de mayores, las asociaciones vecinales y los programas municipales funcionan durante el curso como auténticos salvavidas sociales. Ofrecen mucho más que actividades: ofrecen estructura, vínculos, motivación y participación.

Pero cuando estos servicios cierran o reducen su actividad en verano, muchas personas mayores pierden su única fuente de interacción y estimulación diaria.

Y esto no es anecdótico. Según informes del IMSERSO y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, el aislamiento social está directamente relacionado con el deterioro cognitivo, el aumento de la ansiedad, la depresión y un mayor riesgo de enfermedades crónicas.

Canarias: un territorio con tradición de mayores activos

La historia reciente de nuestras islas está llena de ejemplos de mayores que han sido motor de la vida comunitaria: en las romerías, en las juntas vecinales, en las asociaciones de barrio o en los centros culturales. Personas sabias, activas y comprometidas que no solo necesitan cuidados, sino también participación y presencia.

En este contexto, apostar por programas estivales para mayores no es un lujo, es una necesidad. Se trata de mantener vivos los espacios de encuentro, promover actividades adaptadas y, sobre todo, garantizar que nadie se quede solo durante el verano.

El compromiso de OCIDE con un envejecimiento activo durante todo el año

En OCIDE, diseñamos y ejecutamos programas específicos para personas mayores durante el verano, manteniendo viva la red de apoyo comunitario. Desde talleres adaptados a bibliotecas itinerantes, pasando por actividades físicas, visitas guiadas o encuentros intergeneracionales, buscamos que el verano sea una oportunidad para seguir conectados.

Trabajamos con ayuntamientos y entidades públicas para que estos servicios no se detengan cuando más se necesitan.

La soledad se puede prevenir

El verano no debería suponer un retroceso en el bienestar de nuestras personas mayores. Al contrario: debe ser una etapa más en su ciclo vital activo, con recursos públicos que garanticen la continuidad, la dignidad y la alegría de vivir en comunidad.

Prevenir la soledad es una tarea colectiva. Y empieza por no dejar a nadie atrás, tampoco en vacaciones.

Durante el año, muchos mayores en Canarias encuentran en su centro de día, en los talleres de memoria o en el grupo de caminatas un espacio de encuentro, de rutina y de vida. Pero cuando llega el verano, especialmente en julio y agosto, gran parte de esa red desaparece.

El silencio sustituye a las conversaciones, y la soledad se convierte en una amenaza real para su salud física y emocional.

El verano no puede ser sinónimo de aislamiento

Los centros de mayores, las asociaciones vecinales y los programas municipales funcionan durante el curso como auténticos salvavidas sociales. Ofrecen mucho más que actividades: ofrecen estructura, vínculos, motivación y participación.

Pero cuando estos servicios cierran o reducen su actividad en verano, muchas personas mayores pierden su única fuente de interacción y estimulación diaria.

Y esto no es anecdótico. Según informes del IMSERSO y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, el aislamiento social está directamente relacionado con el deterioro cognitivo, el aumento de la ansiedad, la depresión y un mayor riesgo de enfermedades crónicas.

Canarias: un territorio con tradición de mayores activos

La historia reciente de nuestras islas está llena de ejemplos de mayores que han sido motor de la vida comunitaria: en las romerías, en las juntas vecinales, en las asociaciones de barrio o en los centros culturales. Personas sabias, activas y comprometidas que no solo necesitan cuidados, sino también participación y presencia.

En este contexto, apostar por programas estivales para mayores no es un lujo, es una necesidad. Se trata de mantener vivos los espacios de encuentro, promover actividades adaptadas y, sobre todo, garantizar que nadie se quede solo durante el verano.

El compromiso de OCIDE con un envejecimiento activo durante todo el año

En OCIDE, diseñamos y ejecutamos programas específicos para personas mayores durante el verano, manteniendo viva la red de apoyo comunitario. Desde talleres adaptados a bibliotecas itinerantes, pasando por actividades físicas, visitas guiadas o encuentros intergeneracionales, buscamos que el verano sea una oportunidad para seguir conectados.

Trabajamos con ayuntamientos y entidades públicas para que estos servicios no se detengan cuando más se necesitan.

La soledad se puede prevenir

El verano no debería suponer un retroceso en el bienestar de nuestras personas mayores. Al contrario: debe ser una etapa más en su ciclo vital activo, con recursos públicos que garanticen la continuidad, la dignidad y la alegría de vivir en comunidad.

Prevenir la soledad es una tarea colectiva. Y empieza por no dejar a nadie atrás, tampoco en vacaciones.