


Cuando cerró la escuela, el pueblo siguió educando: memoria, cultura y resistencia en las zonas rurales de Canarias
En Canarias hay pueblos donde las campanas que marcaban la entrada a clase dejaron de sonar hace décadas. En zonas rurales de islas como La Gomera, El Hierro o La Palma, el envejecimiento poblacional, la migración de familias jóvenes y el descenso de la natalidad obligaron a cerrar muchas escuelas unitarias.
La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias ha documentado este fenómeno como parte del proceso de reordenación de recursos escolares, una tendencia que afecta a muchas regiones rurales de Europa y que, según la Comisión Europea, es uno de los principales retos para el desarrollo territorial equilibrado (Comisión Europea, 2017).
Pero mientras las aulas quedaban vacías, algo diferente empezaba a pasar en esos pueblos: la educación no desapareció, se transformó.
¿Qué ocurre cuando ya no hay escuela, pero aún hay comunidad?
En muchos de estos núcleos rurales, los centros culturales, las asociaciones vecinales y las bibliotecas comunitarias asumieron el testigo de la escuela. Se reconfiguraron como espacios de aprendizaje no formal, donde enseñar se convirtió en un acto de resistencia y cuidar la memoria, en una forma de educar.
Estos espacios impulsan:
Talleres de escritura creativa y memoria oral.
Encuentros intergeneracionales entre jóvenes y mayores.
Clases de alfabetización digital para personas mayores.
Charlas, cine fórum, grupos de lectura o historia local.
Tal y como señala la Red Española de Desarrollo Rural (2022), la cultura y la educación informal son herramientas clave para mantener viva la identidad rural, activar la participación social y combatir el aislamiento.
La Gomera, El Hierro, La Palma: territorios que educan desde lo comunitario
En La Gomera, iniciativas como el Proyecto de Educación Patrimonial de Hermigua han recuperado la historia oral y los saberes tradicionales como forma de conexión entre generaciones. En El Hierro, bibliotecas rurales y centros culturales organizan desde hace años talleres que combinan la escritura personal con la recuperación de la historia insular.
En La Palma, tras el impacto del volcán en 2021, múltiples colectivos apostaron por reconstruir no solo casas, sino vínculos. La educación comunitaria jugó un papel fundamental para sostener emocionalmente a la población, con especial atención a niños y mayores, como reflejaron medios como RTVE Canarias y eldiario.es.
Educación informal: una herramienta contra el olvido
Aunque la escuela haya cerrado, los pueblos no han renunciado a su papel educador. Como afirma el pedagogo Francesco Tonucci, “la educación es un asunto de toda la comunidad”. Y eso es especialmente evidente en los pueblos que se niegan a desaparecer.
Estas experiencias muestran que educar no es solo transmitir conocimientos académicos, sino también preservar la historia, tejer comunidad y activar la participación.
En estos entornos, aprender es también:
Hacer pan con masa madre.
Grabar un testimonio de vida de una vecina centenaria.
Enseñar a usar un móvil o el cajero automático.
Volver a contar cómo era el pueblo cuando había más niños que ventanas abiertas.
Educar desde lo comunitario, también en entornos rurales
Desde OCIDE defendemos una visión amplia y sensible de la educación, que reconozca el valor de los saberes comunitarios y potencie el desarrollo local en zonas rurales.
Colaboramos con entidades locales para organizar:
Actividades formativas adaptadas a personas mayores.
Encuentros intergeneracionales con enfoque cultural.
Proyectos de recuperación de la memoria y la identidad.
Talleres de alfabetización digital o competencias básicas.
Porque un pueblo que educa, nunca desaparece. Y acompañar esos procesos es parte del compromiso con una Canarias más cohesionada, más justa y más viva, incluso (y sobre todo) allí donde ya no suenan las campanas de entrada.
Cuando cerró la escuela, el pueblo siguió educando: memoria, cultura y resistencia en las zonas rurales de Canarias
En Canarias hay pueblos donde las campanas que marcaban la entrada a clase dejaron de sonar hace décadas. En zonas rurales de islas como La Gomera, El Hierro o La Palma, el envejecimiento poblacional, la migración de familias jóvenes y el descenso de la natalidad obligaron a cerrar muchas escuelas unitarias.
La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias ha documentado este fenómeno como parte del proceso de reordenación de recursos escolares, una tendencia que afecta a muchas regiones rurales de Europa y que, según la Comisión Europea, es uno de los principales retos para el desarrollo territorial equilibrado (Comisión Europea, 2017).
Pero mientras las aulas quedaban vacías, algo diferente empezaba a pasar en esos pueblos: la educación no desapareció, se transformó.
¿Qué ocurre cuando ya no hay escuela, pero aún hay comunidad?
En muchos de estos núcleos rurales, los centros culturales, las asociaciones vecinales y las bibliotecas comunitarias asumieron el testigo de la escuela. Se reconfiguraron como espacios de aprendizaje no formal, donde enseñar se convirtió en un acto de resistencia y cuidar la memoria, en una forma de educar.
Estos espacios impulsan:
Talleres de escritura creativa y memoria oral.
Encuentros intergeneracionales entre jóvenes y mayores.
Clases de alfabetización digital para personas mayores.
Charlas, cine fórum, grupos de lectura o historia local.
Tal y como señala la Red Española de Desarrollo Rural (2022), la cultura y la educación informal son herramientas clave para mantener viva la identidad rural, activar la participación social y combatir el aislamiento.
La Gomera, El Hierro, La Palma: territorios que educan desde lo comunitario
En La Gomera, iniciativas como el Proyecto de Educación Patrimonial de Hermigua han recuperado la historia oral y los saberes tradicionales como forma de conexión entre generaciones. En El Hierro, bibliotecas rurales y centros culturales organizan desde hace años talleres que combinan la escritura personal con la recuperación de la historia insular.
En La Palma, tras el impacto del volcán en 2021, múltiples colectivos apostaron por reconstruir no solo casas, sino vínculos. La educación comunitaria jugó un papel fundamental para sostener emocionalmente a la población, con especial atención a niños y mayores, como reflejaron medios como RTVE Canarias y eldiario.es.
Educación informal: una herramienta contra el olvido
Aunque la escuela haya cerrado, los pueblos no han renunciado a su papel educador. Como afirma el pedagogo Francesco Tonucci, “la educación es un asunto de toda la comunidad”. Y eso es especialmente evidente en los pueblos que se niegan a desaparecer.
Estas experiencias muestran que educar no es solo transmitir conocimientos académicos, sino también preservar la historia, tejer comunidad y activar la participación.
En estos entornos, aprender es también:
Hacer pan con masa madre.
Grabar un testimonio de vida de una vecina centenaria.
Enseñar a usar un móvil o el cajero automático.
Volver a contar cómo era el pueblo cuando había más niños que ventanas abiertas.
Educar desde lo comunitario, también en entornos rurales
Desde OCIDE defendemos una visión amplia y sensible de la educación, que reconozca el valor de los saberes comunitarios y potencie el desarrollo local en zonas rurales.
Colaboramos con entidades locales para organizar:
Actividades formativas adaptadas a personas mayores.
Encuentros intergeneracionales con enfoque cultural.
Proyectos de recuperación de la memoria y la identidad.
Talleres de alfabetización digital o competencias básicas.
Porque un pueblo que educa, nunca desaparece. Y acompañar esos procesos es parte del compromiso con una Canarias más cohesionada, más justa y más viva, incluso (y sobre todo) allí donde ya no suenan las campanas de entrada.
Cuando cerró la escuela, el pueblo siguió educando: memoria, cultura y resistencia en las zonas rurales de Canarias
En Canarias hay pueblos donde las campanas que marcaban la entrada a clase dejaron de sonar hace décadas. En zonas rurales de islas como La Gomera, El Hierro o La Palma, el envejecimiento poblacional, la migración de familias jóvenes y el descenso de la natalidad obligaron a cerrar muchas escuelas unitarias.
La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias ha documentado este fenómeno como parte del proceso de reordenación de recursos escolares, una tendencia que afecta a muchas regiones rurales de Europa y que, según la Comisión Europea, es uno de los principales retos para el desarrollo territorial equilibrado (Comisión Europea, 2017).
Pero mientras las aulas quedaban vacías, algo diferente empezaba a pasar en esos pueblos: la educación no desapareció, se transformó.
¿Qué ocurre cuando ya no hay escuela, pero aún hay comunidad?
En muchos de estos núcleos rurales, los centros culturales, las asociaciones vecinales y las bibliotecas comunitarias asumieron el testigo de la escuela. Se reconfiguraron como espacios de aprendizaje no formal, donde enseñar se convirtió en un acto de resistencia y cuidar la memoria, en una forma de educar.
Estos espacios impulsan:
Talleres de escritura creativa y memoria oral.
Encuentros intergeneracionales entre jóvenes y mayores.
Clases de alfabetización digital para personas mayores.
Charlas, cine fórum, grupos de lectura o historia local.
Tal y como señala la Red Española de Desarrollo Rural (2022), la cultura y la educación informal son herramientas clave para mantener viva la identidad rural, activar la participación social y combatir el aislamiento.
La Gomera, El Hierro, La Palma: territorios que educan desde lo comunitario
En La Gomera, iniciativas como el Proyecto de Educación Patrimonial de Hermigua han recuperado la historia oral y los saberes tradicionales como forma de conexión entre generaciones. En El Hierro, bibliotecas rurales y centros culturales organizan desde hace años talleres que combinan la escritura personal con la recuperación de la historia insular.
En La Palma, tras el impacto del volcán en 2021, múltiples colectivos apostaron por reconstruir no solo casas, sino vínculos. La educación comunitaria jugó un papel fundamental para sostener emocionalmente a la población, con especial atención a niños y mayores, como reflejaron medios como RTVE Canarias y eldiario.es.
Educación informal: una herramienta contra el olvido
Aunque la escuela haya cerrado, los pueblos no han renunciado a su papel educador. Como afirma el pedagogo Francesco Tonucci, “la educación es un asunto de toda la comunidad”. Y eso es especialmente evidente en los pueblos que se niegan a desaparecer.
Estas experiencias muestran que educar no es solo transmitir conocimientos académicos, sino también preservar la historia, tejer comunidad y activar la participación.
En estos entornos, aprender es también:
Hacer pan con masa madre.
Grabar un testimonio de vida de una vecina centenaria.
Enseñar a usar un móvil o el cajero automático.
Volver a contar cómo era el pueblo cuando había más niños que ventanas abiertas.
Educar desde lo comunitario, también en entornos rurales
Desde OCIDE defendemos una visión amplia y sensible de la educación, que reconozca el valor de los saberes comunitarios y potencie el desarrollo local en zonas rurales.
Colaboramos con entidades locales para organizar:
Actividades formativas adaptadas a personas mayores.
Encuentros intergeneracionales con enfoque cultural.
Proyectos de recuperación de la memoria y la identidad.
Talleres de alfabetización digital o competencias básicas.
Porque un pueblo que educa, nunca desaparece. Y acompañar esos procesos es parte del compromiso con una Canarias más cohesionada, más justa y más viva, incluso (y sobre todo) allí donde ya no suenan las campanas de entrada.