


Termina el curso, empiezan los campamentos… y a las tres de la tarde, todo se detiene.
Para muchas familias canarias, julio representa un mes partido en dos: actividades matinales, sí; pero por la tarde, vacío absoluto. Y no todas las familias pueden costear refuerzos privados, contratar canguros o contar con redes de apoyo cercanas.
La conciliación, esa palabra que tanto se repite en discursos institucionales, sigue siendo una promesa incumplida en el día a día de muchas madres y padres, especialmente en los entornos más vulnerables.
La tarde como espacio clave del cuidado
Las tardes no son “tiempo muerto”. Son horas de acompañamiento, socialización, aprendizaje informal y seguridad. Cuando no hay opciones estructuradas, muchos niños y niñas quedan desatendidos, frente a pantallas o solos en casa, especialmente entre las 15:00 y las 19:00 h.
Esto no solo genera desigualdad en términos educativos o emocionales. También puede representar un riesgo directo para la infancia, que pasa de un entorno estructurado por la mañana a uno carente de referentes por la tarde.
¿Existen alternativas?
Sí. Hay experiencias en otras comunidades que han creado modelos eficaces: bibliotecas con horario extendido, talleres vespertinos en centros educativos, ludotecas de tarde, actividades gratuitas organizadas en barrios o pueblos en coordinación con ayuntamientos y entidades sociales.
El problema no es la falta de ideas, sino la falta de sistemas que las sostengan y las hagan llegar a todos los rincones.
La propuesta de OCIDE: pensar el verano completo
En OCIDE defendemos un enfoque integral del verano. No solo diseñamos actividades por la mañana, sino que trabajamos con municipios y entidades para implantar programas que también cubran las tardes, especialmente en zonas donde las necesidades sociales son mayores.
Proponemos:
Talleres educativos y creativos por la tarde.
Refuerzo escolar lúdico en clave comunitaria.
Espacios de juego libre y acompañamiento emocional.
Actividades intergeneracionales o vinculadas al barrio.
Y todo esto, con personal formado, programación adaptada por edades y precios públicos o gratuitos.
Conciliación real, no solo en el papel
La conciliación no puede depender de los recursos económicos o de la red familiar. Debe ser una política pública sólida, especialmente en verano, cuando las escuelas cierran y las necesidades familiares se multiplican.
Las tardes de julio no pueden seguir siendo el gran olvido. Porque cuidar también es estar presentes… también después de comer.
Termina el curso, empiezan los campamentos… y a las tres de la tarde, todo se detiene.
Para muchas familias canarias, julio representa un mes partido en dos: actividades matinales, sí; pero por la tarde, vacío absoluto. Y no todas las familias pueden costear refuerzos privados, contratar canguros o contar con redes de apoyo cercanas.
La conciliación, esa palabra que tanto se repite en discursos institucionales, sigue siendo una promesa incumplida en el día a día de muchas madres y padres, especialmente en los entornos más vulnerables.
La tarde como espacio clave del cuidado
Las tardes no son “tiempo muerto”. Son horas de acompañamiento, socialización, aprendizaje informal y seguridad. Cuando no hay opciones estructuradas, muchos niños y niñas quedan desatendidos, frente a pantallas o solos en casa, especialmente entre las 15:00 y las 19:00 h.
Esto no solo genera desigualdad en términos educativos o emocionales. También puede representar un riesgo directo para la infancia, que pasa de un entorno estructurado por la mañana a uno carente de referentes por la tarde.
¿Existen alternativas?
Sí. Hay experiencias en otras comunidades que han creado modelos eficaces: bibliotecas con horario extendido, talleres vespertinos en centros educativos, ludotecas de tarde, actividades gratuitas organizadas en barrios o pueblos en coordinación con ayuntamientos y entidades sociales.
El problema no es la falta de ideas, sino la falta de sistemas que las sostengan y las hagan llegar a todos los rincones.
La propuesta de OCIDE: pensar el verano completo
En OCIDE defendemos un enfoque integral del verano. No solo diseñamos actividades por la mañana, sino que trabajamos con municipios y entidades para implantar programas que también cubran las tardes, especialmente en zonas donde las necesidades sociales son mayores.
Proponemos:
Talleres educativos y creativos por la tarde.
Refuerzo escolar lúdico en clave comunitaria.
Espacios de juego libre y acompañamiento emocional.
Actividades intergeneracionales o vinculadas al barrio.
Y todo esto, con personal formado, programación adaptada por edades y precios públicos o gratuitos.
Conciliación real, no solo en el papel
La conciliación no puede depender de los recursos económicos o de la red familiar. Debe ser una política pública sólida, especialmente en verano, cuando las escuelas cierran y las necesidades familiares se multiplican.
Las tardes de julio no pueden seguir siendo el gran olvido. Porque cuidar también es estar presentes… también después de comer.
Termina el curso, empiezan los campamentos… y a las tres de la tarde, todo se detiene.
Para muchas familias canarias, julio representa un mes partido en dos: actividades matinales, sí; pero por la tarde, vacío absoluto. Y no todas las familias pueden costear refuerzos privados, contratar canguros o contar con redes de apoyo cercanas.
La conciliación, esa palabra que tanto se repite en discursos institucionales, sigue siendo una promesa incumplida en el día a día de muchas madres y padres, especialmente en los entornos más vulnerables.
La tarde como espacio clave del cuidado
Las tardes no son “tiempo muerto”. Son horas de acompañamiento, socialización, aprendizaje informal y seguridad. Cuando no hay opciones estructuradas, muchos niños y niñas quedan desatendidos, frente a pantallas o solos en casa, especialmente entre las 15:00 y las 19:00 h.
Esto no solo genera desigualdad en términos educativos o emocionales. También puede representar un riesgo directo para la infancia, que pasa de un entorno estructurado por la mañana a uno carente de referentes por la tarde.
¿Existen alternativas?
Sí. Hay experiencias en otras comunidades que han creado modelos eficaces: bibliotecas con horario extendido, talleres vespertinos en centros educativos, ludotecas de tarde, actividades gratuitas organizadas en barrios o pueblos en coordinación con ayuntamientos y entidades sociales.
El problema no es la falta de ideas, sino la falta de sistemas que las sostengan y las hagan llegar a todos los rincones.
La propuesta de OCIDE: pensar el verano completo
En OCIDE defendemos un enfoque integral del verano. No solo diseñamos actividades por la mañana, sino que trabajamos con municipios y entidades para implantar programas que también cubran las tardes, especialmente en zonas donde las necesidades sociales son mayores.
Proponemos:
Talleres educativos y creativos por la tarde.
Refuerzo escolar lúdico en clave comunitaria.
Espacios de juego libre y acompañamiento emocional.
Actividades intergeneracionales o vinculadas al barrio.
Y todo esto, con personal formado, programación adaptada por edades y precios públicos o gratuitos.
Conciliación real, no solo en el papel
La conciliación no puede depender de los recursos económicos o de la red familiar. Debe ser una política pública sólida, especialmente en verano, cuando las escuelas cierran y las necesidades familiares se multiplican.
Las tardes de julio no pueden seguir siendo el gran olvido. Porque cuidar también es estar presentes… también después de comer.