


Llega el verano y, con él, una de las preguntas más importantes (aunque no siempre se diga en voz alta):
¿Quién puede acceder a un campamento… y quién no?
En Canarias, muchas familias viven julio como una carrera de obstáculos. Plazas limitadas, precios elevados, escasa oferta en algunas zonas y listas de espera que se llenan en minutos. Para algunos niños y niñas, el verano se traduce en juego, aprendizaje, nuevas amistades y recuerdos inolvidables. Para otros, en largas semanas sin estructura, sin socialización y sin apoyo.
Campamentos: ¿lujo o derecho?
A menudo, se piensa en los campamentos como una actividad de ocio complementaria. Pero en realidad son espacios de aprendizaje, desarrollo emocional y conciliación familiar. La ONU, a través del Comité de los Derechos del Niño, lo deja claro: el derecho al juego, al descanso y al tiempo libre debe garantizarse en igualdad de condiciones, sin importar el lugar de residencia ni la situación económica.
Cuando solo una parte de la infancia accede a estos recursos, se generan brechas que afectan directamente al desarrollo social, emocional y educativo.
OCIDE defiende el acceso universal a las actividades de verano
Desde OCIDE llevamos más de 26 años trabajando junto a administraciones públicas para democratizar el acceso a campamentos y actividades estivales en todas las islas. Diseñamos propuestas adaptadas a cada municipio, con prioridad para familias en situación de vulnerabilidad y con precios públicos o subvencionados.
Nuestro modelo de campamentos no se basa en ofrecer solo entretenimiento. Se basa en ofrecer:
Educación no formal de calidad.
Espacios seguros y accesibles.
Inclusión de menores con diversidad funcional.
Actividades pensadas para el desarrollo integral.
El verano también es una cuestión de equidad
No todos los menores tienen las mismas oportunidades de vivir un verano activo, seguro y enriquecedor. Y esa desigualdad no se debe naturalizar. Un campamento puede marcar la diferencia entre una infancia solitaria y una infancia compartida.
Desde OCIDE seguimos apostando por el verano como un espacio para construir comunidad, apoyar a las familias y ofrecer a la infancia un entorno donde crecer sin barreras.
Llega el verano y, con él, una de las preguntas más importantes (aunque no siempre se diga en voz alta):
¿Quién puede acceder a un campamento… y quién no?
En Canarias, muchas familias viven julio como una carrera de obstáculos. Plazas limitadas, precios elevados, escasa oferta en algunas zonas y listas de espera que se llenan en minutos. Para algunos niños y niñas, el verano se traduce en juego, aprendizaje, nuevas amistades y recuerdos inolvidables. Para otros, en largas semanas sin estructura, sin socialización y sin apoyo.
Campamentos: ¿lujo o derecho?
A menudo, se piensa en los campamentos como una actividad de ocio complementaria. Pero en realidad son espacios de aprendizaje, desarrollo emocional y conciliación familiar. La ONU, a través del Comité de los Derechos del Niño, lo deja claro: el derecho al juego, al descanso y al tiempo libre debe garantizarse en igualdad de condiciones, sin importar el lugar de residencia ni la situación económica.
Cuando solo una parte de la infancia accede a estos recursos, se generan brechas que afectan directamente al desarrollo social, emocional y educativo.
OCIDE defiende el acceso universal a las actividades de verano
Desde OCIDE llevamos más de 26 años trabajando junto a administraciones públicas para democratizar el acceso a campamentos y actividades estivales en todas las islas. Diseñamos propuestas adaptadas a cada municipio, con prioridad para familias en situación de vulnerabilidad y con precios públicos o subvencionados.
Nuestro modelo de campamentos no se basa en ofrecer solo entretenimiento. Se basa en ofrecer:
Educación no formal de calidad.
Espacios seguros y accesibles.
Inclusión de menores con diversidad funcional.
Actividades pensadas para el desarrollo integral.
El verano también es una cuestión de equidad
No todos los menores tienen las mismas oportunidades de vivir un verano activo, seguro y enriquecedor. Y esa desigualdad no se debe naturalizar. Un campamento puede marcar la diferencia entre una infancia solitaria y una infancia compartida.
Desde OCIDE seguimos apostando por el verano como un espacio para construir comunidad, apoyar a las familias y ofrecer a la infancia un entorno donde crecer sin barreras.
Llega el verano y, con él, una de las preguntas más importantes (aunque no siempre se diga en voz alta):
¿Quién puede acceder a un campamento… y quién no?
En Canarias, muchas familias viven julio como una carrera de obstáculos. Plazas limitadas, precios elevados, escasa oferta en algunas zonas y listas de espera que se llenan en minutos. Para algunos niños y niñas, el verano se traduce en juego, aprendizaje, nuevas amistades y recuerdos inolvidables. Para otros, en largas semanas sin estructura, sin socialización y sin apoyo.
Campamentos: ¿lujo o derecho?
A menudo, se piensa en los campamentos como una actividad de ocio complementaria. Pero en realidad son espacios de aprendizaje, desarrollo emocional y conciliación familiar. La ONU, a través del Comité de los Derechos del Niño, lo deja claro: el derecho al juego, al descanso y al tiempo libre debe garantizarse en igualdad de condiciones, sin importar el lugar de residencia ni la situación económica.
Cuando solo una parte de la infancia accede a estos recursos, se generan brechas que afectan directamente al desarrollo social, emocional y educativo.
OCIDE defiende el acceso universal a las actividades de verano
Desde OCIDE llevamos más de 26 años trabajando junto a administraciones públicas para democratizar el acceso a campamentos y actividades estivales en todas las islas. Diseñamos propuestas adaptadas a cada municipio, con prioridad para familias en situación de vulnerabilidad y con precios públicos o subvencionados.
Nuestro modelo de campamentos no se basa en ofrecer solo entretenimiento. Se basa en ofrecer:
Educación no formal de calidad.
Espacios seguros y accesibles.
Inclusión de menores con diversidad funcional.
Actividades pensadas para el desarrollo integral.
El verano también es una cuestión de equidad
No todos los menores tienen las mismas oportunidades de vivir un verano activo, seguro y enriquecedor. Y esa desigualdad no se debe naturalizar. Un campamento puede marcar la diferencia entre una infancia solitaria y una infancia compartida.
Desde OCIDE seguimos apostando por el verano como un espacio para construir comunidad, apoyar a las familias y ofrecer a la infancia un entorno donde crecer sin barreras.